Aprender a través de una pantalla. Pues vaya novedad.

Aprender a través de una pantalla. Pues vaya novedad.
Foto de Tirachard Kumtanom a través de Pexels

Soy profesor de secundaria desde hace 10 años y voy a contar algo que llevo viendo desde hace mucho tiempo, por lo menos en mi nivel educativo.

Los alumnos adquieren un porcentaje cada vez mayor de sus conocimientos a través de Internet. Eso es lógico, es donde está TODO EL CONOCIMIENTO. Los profesores ya no somos los custodios del saber, dejamos de serlo hace mucho.

Porque seamos honestos: el profesor más experto en una materia no posee ni la milésima parte de la información que tiene un móvil con acceso a Internet sobre esa misma materia. Por ello nuestra labor ahora mismo es otra, y ese es un tema que requeriría de una reflexión aparte. Pero no nos desviemos.

¿Resulta que ahora los alumnos no pueden ir a clase presencialmente? Eso es grave, pero mucho me temo que dejaron de hacerlo bastante antes de esta terrible pandemia. Y no me refiero al abandono escolar, al abandono físico por lo menos.

Cualquier profesor sabe que en la actualidad conseguir que una clase se mantenga concentrada atendiendo a sus explicaciones más de veinte minutos seguidos es casi una quimera, y que en cuanto uno se descuida sus “presentes” alumnos sacarán el móvil de sus mochilas y su mente abandonará la clase aunque su cuerpo siga allí.

Cualquier profesor sabe que en la actualidad conseguir que una clase se mantenga concentrada atendiendo a sus explicaciones más de veinte minutos seguidos es casi una quimera

Y escucharéis a muchos profesores decir “es que los alumnos de ahora no tienen capacidad de concentración, con todos esos estímulos que les llegan desde todos sitios”. Y es cierto. Pero yo me pregunto, ¿y dónde está el problema? ¿está en ellos que no son capaces de aprender, o en nosotros que no somos capaces de enseñarles? ¿Asumimos que la generación de Instagram está perdida, incapaz de adquirir competencias y abocada a una existencia mediocre? ¿O por el contrario aceptamos que tiene una forma diferente y sorprendente de adquirir sus conocimientos y sus habilidades, y que nuestra mejor baza y nuestro gran reto es adaptarnos a ella? Sinceramente, prefiero la segunda opción, incluso aunque estuviese equivocado.

No me gustan los lugares comunes, pero allá va uno: quizás este estado de confinamiento sea una oportunidad y nos obligue a los profesores a hacer algo que debíamos haber hecho hace mucho tiempo: ponernos en esas pantallas a las que huyen los alumnos cuando se aburren de nuestras clases.

La tarea no es fácil, pero tampoco es imposible. Y como creo que la crítica siempre tiene que ser constructiva, aquí va mi humilde aportación a aquellos profesores que quieran convertir sus clases a distancia en algo lleno de imágenes, sonidos, vídeos, presentaciones, interactividad… En fin, de todo lo que hay en Internet.

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